Hoy te ves tan extraño, duro como una roca…
Si te mostré pedazos de piel que la luz del sol aun no toca. Y tantos lunares que ni yo misma conocía. Te mostré mi fuerza bruta. Mi talón de Aquiles, mi poesía.
http://www.youtube.com/watch?v=TkT6uKbCg9w&feature=player_embedded
Se que si mi padre tuviera el don de escribir como lo hace este hombre, le hubiera escrito algo así a mi madre alguna vez. Por suerte o por desgracia no lo tiene. pero me dijo que cuando escucho este pequeño discurso (que Mario hizo al recibir el premio nobel de literatura) LLORO.
Normal papá yo también hubiera llorado :)
“El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años y que todavía soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia. Ella hace todo y todo lo hace bien. Resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: ‘Mario, para lo único que tú sirves es para escribir”.
“Contigo, no tengo miedo de ser tan espontanea como lo soy en lo mas intimo de mi alma. No pienso que puedo exigirte y que no. Simplemente, soy a tontas y a locas. Y me haces tanto bien… Todo eso es merito tuyo, por eso te has vuelto tan imprescindible para mi; me aceptas tal y como soy. ¿Y me permites hacerme un poco de publicidad? Soy mucho, pero que mucho mas dócil de lo que parezco. Es decir… si alguien quiere a la Miriam que se abandona, que no se esfuerza en absoluto por quedar bien, que hace alarde de sus cualidades negativas con fervor… Si cariño, soy celosa, desconfiada, un poco neurótica, en principio no tengo una opinión muy buena del sexo opuesto, ni tampoco del mío, por cierto…He perdido el hilo, pues bien: si alguien quiere a la Miriam que no se esfuerza por ser buena, que mas bien da rienda suelta a sus flaquezas habitualmente reprimidas, con mas razón me querrá en mi día a día.”
En menos de un año, perdí cinco móviles, creo que tres de ellos fueron de borrachera.
Muchas veces si caminamos juntos puede que no te siga y cuando te des la vuelta, te darás cuenta que es porque me caí y estaré en el suelo tirada riéndome o dolorida o maldiciéndome a mis tacones. Aparte de despistada soy torpe.
puedo ser fría como hielo y también cálida como el sol de agosto en Valencia, insoportable si, eso también.
te puedo querer a morir pero también odiarte a muerte. reconocer mis errores o encabezonarme con algo y no poder sacarme de ahí.
ah! y no tengo altura para nada. ni para comer helado, ver series o leer libros. Anoche de una sentada me leí un libro que me regalaron y no me dormí hasta que no lo acabe. si, se me hicieron las 5 de la mañana. si, así soy. si, no quiero cambiar. si, ni siquiera lo voy a intentar. si, hoy por hoy me gusta como soy. Y mucho.
“No busco horarios ni exigencias ni ataduras ni compromisos. Aunque sea bien cierto que a veces los horarios, las exigencias, las ataduras y los compromisos son buenos sustitutos de la seguridad que, al fin y al cabo, todos necesitamos. La necesidad de ser querido, y la seguridad de ser querido que se asocia a la rutina, a ese orden estructurado y predecible que se identifica con la felicidad y que es posible que la constituya ( yo no lose, a mi no me preguntes: las relaciones abiertas son caóticas y minan emocionalmente y…las relaciones cerradas y restrictivas acaban por anular y aburrir. Ser o no ser libre, esa es la cuestión). Yo solo quiero verte, verte otra vez lo antes posible, verte.”
-Tengo ganas de ti.
-No has dicho “tengo ganas de verte”, sino “tengo ganas de ti”.
-¡Sí, y te lo repito!
Tengo la impresión de ser el participante de uno de esos estúpidos concursos. Espero no haberme equivocado de respuesta. Gin hace una pausa larga, demasiado larga. Quizá me haya equivocado de respuesta…
-Yo también tengo ganas de ti.
No dice nada más y oigo que abre el portal. No cojo el ascensor. Subo los escalones veloz como un rayo hasta el último piso, sin pararme, a veces incluso de cuatro en cuatro. Y cuando llego, se abre el ascensor. Es ella. Simbiosis hasta en ello. Me zambullo en sus labios y busco allí mi respiración. Besándola sin tregua, sin dejarla respirar. Le robo la fuerza, el sabor, los labios, le robo hasta las palabras. En silencio. Un silencio hecho de suspiros, de su camiseta que se abre, del gancho de su sujetador que salta, de nuestros pantalones que se bajan, de la barandilla que se mueve, de ella que se ríe haciendo “SCH” para que no la oigan, de ella que suspira para que yo no me corra, al menos no en seguida. Y extrañas posturas en aquella trampa de piernas, en esa maraña tejana que me excita aún más, que me fascina, que me extasía. Parar por un momento y de rodillas, sobre el frío mármol del rellano, besarla entre las piernas. Ella, Gin, cowgirl extrañamente descompuesta, imita un rodeo muy personal para no caer de mis labios. Para después cabalgarla otra vez y correr juntos, nosotros, estúpidos, salvajes, apasionados, caballos enamorados agarrados al suelo por una barandilla de hierro. Ésta vibra en silencio como nuestra pasión. Por un instante suspendidos en el vacío. Ruidos lejanos. Ruidos de las casas. Una gota cae. Un armario que se cierra. Pasos. Después ya nada. Nosotros. Solo nosotros. Su cabeza hacia atrás, su pelo suelto, abandonados en caída en la tromba de la escalera. Se mueven frenéticos, casi querrían saltar, como nuestro deseo. Pero un último beso nos hace corrernos juntos, volver al suelo precisamente mientras llaman al ascensor.
-Sh- ella se ríe derrumbándose en el suelo. Casi exhausta, sudada, mojada, y no sólo de sudor. Con el pelo que se le pega a la cara y se ríe con ella. Nos abrazamos juntos así, púgiles tocados, deshinchados, agotados, acurrucados en el suelo, vencidos. Esperando un inútil veredicto: empatados en puntos… Y sonriendo, nos besamos-. Sh- dice otra vez ella- . Sh- Se complace en ese silencio…Sh.
El ascensor se detiene un piso más abajo. Nuestros corazones laten veloces y no ciertamente de miedo. Me escondo entre su pelo. Me apoyo en su suave cuello. Descanso tranquilo. Mis labios cansados, felices, satisfechos en busca sólo de una última respuesta.
-Gin…
-¿Si?
-No me dejes…
Y no sé por qué, pero lo digo. Y casi me arrepiento. Y ella se queda un momento en silencio. Después se separa de mí y me mira curiosa. Luego lo dice despacio, casi susurrándolo:
-Tiraste al río la llave del candado.
Después, cariñosa, coge mi cabeza entre sus manos y me mira. No es una pregunta. No es una respuesta. Después me da un beso y otro, y otro más. Y no dice nada más. Sólo me sigue besando. Y yo sonrío. Y acepto encantado esa respuesta.
«Quiero que levites, quiero que cantes con fervor... Ten una felicidad delirante, al menos no la rechaces. Ya sé que te suena cursi, pero el amor es pasión, obsesión, alguien sin el cual no vives. Yo te digo: lánzate de cabeza, encuentra alguien a quien amar con locura y que te ame de la misma forma. ¿Cómo encontrarlo? Olvídate del cerebro y escucha tu corazón. Yo no oigo tu corazón. Porque la verdad, tesoro, es que no tiene sentido vivir si no se tiene esto. Hacer el viaje y no enamorarse profundamente equivale a no vivir. Pero tienes que intentarlo, porque si no lo intentas, no vivirás nunca...»
Lo que menos me gusta de echar de menos a alguien es que funciona a rachas. A días. Por momentos. En lugares concretos. Cuando menos te lo esperas. Llega sin avisar. Se queda un tiempo indefinido. No puedes dejar de hacerlo. Aunque lo intentes. Escuece. Duele. Quema. Pica. Desgarra. Rompe. Congela. Hiela. Arde. Arranca. Hiere. Desquebraja. Te hunde. Te asfixia. ¿He dicho qué duele?. Duele. Mucho. Te despiertas y no sabes qué va a pasar. Porque a veces, como dice Joaquín Sabina, hasta las suelas de mis zapatos te echan de menos.
¿Pero sabes qué? Se pasa, siempre se pasa, te lo prometo.
Quiero una ciudad siempre soleada, quiero acción y aquí no pasa casi nada. Quiero pasear desnuda por el jardín, quiero dormir acompañada por fin. Quiero que me pagues las drogas, quiero dialogar, quiero ser tu cardióloga.
Quiero compañero de cama, de copas, de fin de semana, de escama, de bolsa. Busco gloria, fama, la vida loca, mas de lo que toca…quiero ver mundo y lo quiero ver de rosa.
Quiero ser libre o tener dueño, fiestas, desenfreno, sexo, siestas, vivir un sueño...despierta, amanecer en el desierto, del mundo que he visto...no quiero ver el resto, cruzar el estrecho, de Madrid al cielo, todo a pata o en metro. Vivir en el centro, garitos, sellos, drogas de diseño, besitos en el cuello. Quiero disfrutar de las cosas pequeñas o encontrarles pegas, gofres belgas, quiero vivir con agendas y listas de espera, dormir y vestir en seda, que me case Elvis en Las Vegas.
Quiero que me comas las tetas, quiero braguetas, versos de esos poetas, quiero parar la saeta del reloj que me sujeta y quedarme a vivir en tu planeta. Quiero ser tu reina de una noche, un polvo en un coche, un paseo a mi casa con beso en el porche, quiero romance, confianza, libertad sin fianza, la pasión del primer día, el amante que no se cansa. Quiero mordisquitos en la espalda, surtidos bajo mi falda, besitos ricos, celitos, gritos, mordisquitos en la nuca, me gusta que pierdas la calma… que suene la alarma, quiero mil besos y caricias, sorpresas y regalos, todo el año verano, morir soñando, solo buenas noticias. Quiero ser tu reina o tu ruina, la estrella que te cuida y te china porritos.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo ,nada es vital para vivir porque: cuando tú viniste a este mundo 'llegaste' sin ese adhesivo, por lo tanto es "costumbre" vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr porque, te repito, nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero....cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacude, suelta. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escoja ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.
¡Esa es la vida!
Aprobamos algunas relaciones de amor y otras no. Las infieles, las esporádicas, las intensas, las inconvenientes, las que no se consuman, o las amistosas, que no bautizamos de amor pero lo contienen; ésas ni tan siquiera a menudo las reconocemos. Por tanto, vivimos muchas relaciones de amor clandestinas, platónicas, frustradas, pervertidas e incluso descuidadas, despreciadas y desperdiciadas.
Mientras el matrimonio, con un amor patentado no por su materialidad, sino por su conveniencia social, se conserva y reproduce por pura imitación. Así, como contrayentes de esa denominación de destino, aprendemos a amar temiendo, siempre, que algo, a menudo la propia vida incontenible, lo estropee. De este modo, somos muchas las personas que confiamos en una única oportunidad en el amor. Gentes de una vida, que la recorremos, aunque esté astillada y nos desangre.
Sin embargo, otras personas por haber necesitado amar distinto y no caber en ese marco, ni en género ni en especificidad, gozamos de relaciones que no se denominan relación, ni pareja, ni nada y que sin embargo, por su correspondencia, lo son más que ninguna otra. Para ésos, nuestros vínculos, no hay balanza, ni trayectoria a simular: hay simple determinación.
Lo bueno en cualquier caso sería que sean cuales sean las relaciones de amor se mantengan y aprueben, sólo por lo que significan para las personas competidas por el mismo, sean cuántas y cómo sean y por cuánto tiempo sea. Y eso es lo que debería valernos. Pues sospechamos que el amor como la vida no puede contenerse; y nos damos cuenta que ningún amor es más verdad que otro siempre y cuando ame y duela para seguir viviendo y mientras queramos. Por eso, no debiéramos dar nunca más beneplácito a unos amores sobre otros, y entretanto podríamos dedicarnos a disfrutarlos; porque necesitamos prestarle muchísima atención al amor, del que no conocemos, ni aprovechamos, apenas nada.