lunes, 30 de mayo de 2011



Es cierto que al principio de las relaciones, cuando el enganche sexual es desorbitado, la fidelidad es algo inevitable. Solo hay ojos para la misma persona, la que más te gusta del mundo, la que más té llena, la que más te excita, la que más te hace subir a los cielos. No cabe nadie más, este planeta solo tiene dos habitantes y la cama es su patria. Ese estado puede ser más o menos duradero, pero según los estudios no dura nunca más de tres años. ¿Y luego? Pues te aguantas, porque nunca más a lo largo de toda tu vida volverás a sentir la piel de otro cuerpo rozándote, ni otros labios que te besan, ni otras manos que te tocan. Puedes tener 24 años, o 30, 0 36, pero desde este día en el que has formalizado esta relación hasta el día que te mueras, se acabó. Punto final. Ya has estado con todas las personas que tenías que estar y no volverás a estar con ninguna otra. Que te enteres. Hasta el último día de tu vida. Nunca más. Se mire como se mire, la fidelidad es una putada.
Mi reflexión es que si los miembros de esas parejas pudieran practicar sexo con otras personas sin sentirse culpables y sin tener que dar explicaciones a nadie, estarían encantados de seguir felices con su matrimonio y ni se plantearían la posibilidad de romperlo. Los seres humanos evolucionamos, las mujeres hemos cambiado y ocupamos un lugar destacado en las sociedades, hay un nuevo hombre que busca su nueva ubicación en el mundo, pero la pareja sigue rigiéndose con las mismas reglas de hace siglos.

domingo, 22 de mayo de 2011

Siempre. B*


Noche encantada, noche dolorosa. Noche insensata, mágica y extraña. Y luego, más noche. Noche que parece no acabar nunca. Noche que, sin embargo, a veces pasa demasiado rápido. Entre besos, música, abrazos, y sentimientos desbordados. Noche loca. Estas son mis amigas, qué demonios... Fuertes. Son fuertes. Fuertes como Olas. Que no se detienen, que van de un lado a otro, pero siempre forman parte de un mismo mar.
Mis olas.

viernes, 6 de mayo de 2011

chaito!

Mírame, que fuerte soy. Me resbala si follas o fallas. Si estudias o prefieres trabajártelas. Si odias los domingos o si vas hablando mal por ahí de la gente. Si eres victoria o fracaso. Si te sigue faltando cerebro o si te sigue sobrando de ahí abajo. No me han quedado cicatrices de la ostia que nos pegamos, ni refugios, ni paisajes. Ni canciones que recordar. He vuelto. Ahora soy invencible, imperfecta, sincera e impulsiva. Vuelvo a las andadas, que maravilla, ostias, quien me lo diría.