miércoles, 31 de agosto de 2011


Pero no sabes lo que es despertarte y que se retuerza y bostece,
luego te abrace, y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.
Así que supondrás que yo soy la primera que entiende el que pierdas la cabeza por su sonrisa y el sentido por sus palabras .
Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada, que hace tiempo que escribo los míos.
Que yo también lo veo. Que cuando cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo.
Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior.
Que conozco su voz en formato susurro, formato gemido y en formato secreto.
Que me sé sus cicatrices y el sitio que le tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas.
Que yo también he memorizado su numero de teléfono
pero también el numero de sus escalones y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.
Porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).
Le he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.
Y solo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre.
Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo.
Que razones tenemos todos, pero yo muchas más que vosotros.

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